El farmacéutico ahorra costes en las unidades de cuidados intensivos

El estado de gravedad de los pacientes de las unidades de cuidados intensivos de los hospitales, que requieren de un control de la medicación constante y exhaustivo, parece razón más que suficiente para disponer en estas unidades de un farmacéutico. Sin embargo, aún son pocos los hospitales en España que cuentan con esta figura, tal vez por que en el hospital nunca se han planteado los beneficios que puede suponer su trabajo para el centro no sólo por la mejora en la calidad de vida de los pacientes y en la seguridad farmacológica, sino también por el ahorro económico que puede derivarse de sus intervenciones.

Para poner de manifiesto, con datos objetivos, que esto es así y extender a otros hospitales la inclusión de un farmacéutico en las unidades de cuidados intensivos, la Clínica Universidad de Navarra, en Pamplona (pionera en introducir un farmacéutico en estas unidades), ha realizado un estudio que demuestra que las intervenciones del farmacéutico mejoran el cuidado del paciente y que, teniendo en cuenta el coste de la medicación únicamente, logran un ahorro más de 33.000 euros en un periodo de diez meses.

Para Joaquín Giráldez, director del Servicio de Farmacia de la Clínica Universidad de Navarra, «aunque el resultado más importante del estudio es que el paciente mejora su salud, el ahorro obtenido en tan poco tiempo es muy importante´´. Y es que, señala, «hay que tener en cuenta que sólo se ha valorado el coste de los medicamentos y no se han contabilizado otras variables como los gastos por ingresos del paciente, de la realización de nuevas pruebas y de los efectos de una inadecuada medicación en el futuro´´.

Como explica a CF Giráldez, «los pacientes de estas unidades son, en su mayoría, quirúrgicos y graves, por lo que necesitan unos cuidados especiales. Además, tienen un alto número de medicamentos, por lo que requieren un control más exhaustivo para evitar interacciones, sobredosificaciones o infradosificaciones de las terapias´´. En opinión de Irene Aquerreta, especialista del Servicio de Farmacia de la Clínica, «esto supone al farmacéutico tener una comunicación activa y directa con el paciente, y que se encargue de validar todos y cada uno de los cambios de su medicación, dosis y pautas, y hacerlo constantemente´´.

Por todo ello, afirma, «este profesional necesita estar involucrado en el equipo multidisciplinar, estar en las consultas con el médico y la enfermera, conocer al paciente y estar con él´´. Sólo de esta forma, argumenta, «el médico, responsable último de las propuestas que realiza el farmacéutico sobre cambios o retiradas de medicación, podrá tomar la decisión más acertada posible porque conoce al farmacéutico, ha trabajado con él y confía en él´´. Con esta forma de trabajar, apunta Giráldez, «se consigue que todas las intervenciones sean aceptadas por el médico´´.

BUENA ACEPTACIÓN
El estudio fue un trabajo observacional descriptivo de las intervenciones farmacéuticas realizadas entre junio de 2009 y marzo de 2010, es decir, un total de diez meses. En este tiempo se registraron 854 problemas relacionados con la medicación, de 242 pacientes intervenidos. El 25 por ciento de las actuaciones del farmacéutico estuvo relacionada con errores de medicación. De ellas, el 98 por ciento se produjo en el momento de la prescripción y el 25,5 por ciento alcanzó al paciente. Los errores más comunes fueron sobre todo de selección de la dosis, duración del tratamiento, duplicidad terapéutica, omisión de un tratamiento y medicamento erróneo.

En cuanto a las actuaciones, en el 31 por ciento de las ocasiones fueron dirigidas a prevenir efectos adversos y el 22 por ciento a prevenir el fallo del tratamiento. Según Aquerreta, «el 87,9 por ciento de las intervenciones fueron consideradas por el resto del equipo sanitario como importantes o muy importantes para el cuidado del paciente´´.

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