La liberalización en Portugal, un paso atrás
El pasado 7 de abril, el Gobierno luso dio luz verde al proyecto de ley que permitirá la venta de especialidades farmacéuticas publicitarias fuera de las farmacias bajo la supervisión de técnicos especializados. Según ha declarado el ministro de Sanidad de este país, António Correia de Campos, esta iniciativa tiene como objetivo aumentar la accesibilidad a este tipo de medicamentos, al mismo tiempo que se incrementa la competencia. La intención es que sólo puedan adquirir estos medicamentos fuera de la farmacia los mayores de 16 años.
El pasado 7 de abril, el Gobierno luso dio luz verde al proyecto de ley que permitirá la venta de especialidades farmacéuticas publicitarias fuera de las farmacias bajo la supervisión de técnicos especializados. Según ha declarado el ministro de Sanidad de este país, António Correia de Campos, esta iniciativa tiene como objetivo aumentar la accesibilidad a este tipo de medicamentos, al mismo tiempo que se incrementa la competencia. La intención es que sólo puedan adquirir estos medicamentos fuera de la farmacia los mayores de 16 años.
De este modo, se reconoce de manera implícita que la dispensación de especialidades farmacéuticas publicitarias, cuando no está avalada por un profesional farmacéutico, no está exenta de riesgos. Las EFP, como cualquier medicamento, tienen que cumplir los estándares requeridos de seguridad, eficacia y calidad, pero también llevan asociados efectos adversos, interacciones y contraindicaciones y, por tanto, es necesario el consejo farmacéutico para asegurar un uso adecuado de las mismas. La salida de las EFP fuera de las farmacias no supondría ninguna ventaja económica ni sanitaria. Es más, podría ir en detrimento de la salud de los consumidores.
Prueba de ello es que en Estados Unidos, donde se permite la venta de estas especialidades farmacéuticas en grandes superficies, se ha detectado un aumento de los problemas relacionados con los medicamentos, incidencias que en este país provocan entre el 15 y el 20 por ciento de las urgencias hospitalarias.
Por tanto, existen razones contundentes que desaconsejan la adopción de una medida como la que ahora se pretende llevar a cabo en Portugal. La ausencia de un profesional sanitario ante el consumo de las especialidades farmaceúticas publicitarias podría traducirse en un aumento de las intoxicaciones, efectos adversos o enmascaramiento de enfermedades y eliminaría cualquier posibilidad de que el usuario fuera objeto de un seguimiento farmacoterapéutico.
Portugal, en este caso, nada contracorriente, pues, salvo Reino Unido y Holanda, ningún país de la Unión Europea ha optado por desvincular de las farmacias a las EFP. Es más, en el primero de estos estados cada vez son menos los medicamentos que se venden fuera de las farmacias. Por suerte, en España, desde el Ministerio de Sanidad se quiere favorecer el consumo de este tipo de medicamentos para tratar síndromes menores, pero, siempre, bajo el aval de la farmacia. La automedicación responsable comporta importantes ventajas económicas para el Sistema Nacional de Salud. Sin embargo, es un error liberalizar este mercado para alcanzar esas ventajas, pues esta medida podría aumentar los Problemas Relacionados con los Medicamentos y, por tanto, anular cualquier ahorro posible e incrementar los gastos como consecuencia de los ingresos hospitalarios, las urgencias y las intervenciones médicas necesarias para atender esos PRM.
Redacción, MADRID El Global
02-05-2005